El Aloia es un parque natural que no deja indiferente a ningún visitante, esa puede ser una de sus grandes virtudes. El Aloia tiene atractivos muy diferentes: paisajísticos, históricos, naturales, tanto de fauna como de flora, e incluso religiosos. Gusta a aquellos que hacen senderismo, a los ciclistas de montaña, y también tiene unos rincones fantásticos para degustar buenas comidas en el monte. Más allá de los datos técnicos, el Aloia posee unos fantásticos miradores orientados hacia distintos lugares que permiten disfrutar de vistas del Baixo Miño, del Val Miñor, de la Louriña o incluso de las islas Cíes. La muralla ciclópea nos da una idea de la importancia estratégica de este monte a lo largo de la historia, más allá de si fue o no el último rincón de resistencia castrexa ante los romanos, el mítico Monte Medulio. La naturaleza es generosa en este monte, las distintas repoblaciones de especies forestales permiten disfrutar de un frondoso bosque que reúne árboles singulares en los montes gallegos.
Este fue el primer parque natural de Galicia. Es visita obligada su centro de interpretación, que dará una idea exacta de su importancia, y proporciona pistas muy valiosas para recorrerlo, gracias a un buen número de senderos, la mayoría de ellos de poca dificultad que permiten disfrutar de todos sus atractivos.
Los tudenses tienen una cariñosa relación con este monte, y los vecinos se sienten muy orgullosos del mismo, muy visitado, para caminar o para compartir con la familia y con los amigos, comidas y celebraciones. La romería de las Angustias, fecha que desde tiempos remotos reúne a cientos de romeros, el primer domingo de julio, remarca la importancia religiosa de este enclave, que cualquier visitante que se acerque a Tui o a la comarca no puede dejar de visitar.